diumenge, 15 de març del 2015

Bajo presión


Artículo de opinión de JAVIER LLOPIS, periodista, publicado en el diario Información

 
Hacía mucho tiempo que el salón de plenos del Ayuntamiento de Alcoy no albergaba una sesión sometida a tantas presiones externas. El debate sobre la presentación de un contencioso judicial pidiendo la paralización del ATE de Alcoinnova se vio precedido por contundentes comunicados públicos de la propia empresa, de la Cámara de Comercio y de la patronal comarcal, con los que se intentaba apretar las tuercas políticas para que no se pusieran pegas al proyecto y en los que se coincidía en identificar los intereses de toda una ciudad con los de una firma privada.
 
A pesar de este estridente ruido previo, hay que señalar que el acuerdo plenario puede calificarse como una decisión perfectamente normal: tres partidos, que acudieron a las últimas elecciones con el firme compromiso de no permitir instalaciones industriales en la Canal, acordaron hacer las gestiones necesarias para paralizar un proyecto que incumple estos postulados y como disponían de los votos suficientes (democráticamente otorgados por los ciudadanos alcoyanos), acabaron aprobando la medida y pidiendo amparo a los tribunales. Sorprende la oleada de reacciones apocalípticas y escandalizadas que se ha producido ante un hecho tan previsible. Lo realmente extraordinario habría sido que alguien del trío PSOE/Compromis/EU hubiera dado vía libre a una infraestructura rodeada de dudas ambientales y de riesgos para el acuífero del Molinar, que entra en clara contradicción con toda su doctrina urbanística.
 
Estamos ante la única salida posible. La actitud de La Española y de la Generalitat les dejaban muy poco margen de maniobra a los partidos de la izquierda alcoyana, que se enfrentaban a dos únicas opciones: rechazar el complejo industrial o aceptarlo, dejándose en la jugada buena parte de su credibilidad política. La utilización de la fórmula excepcional del ATE rompe las reglas tradicionales del juego urbanístico, en las que se señala que el diseño de una ciudad es tarea de su administración local. Se trata de una arbitraria invasión de las competencias municipales, que culmina con la entrega de un cheque en blanco a una empresa particular, para que ésta puede planear el territorio a su gusto y atendiendo únicamente a sus intereses económicos; creándose de paso un extraño precedente, que permitiría a cualquier propietario de terrenos decidir sobre su destino, al margen de cualquier tipo de normativa legal. Se trata de una actuación sostenida exclusivamente por los discutibles criterios técnicos de la Generalitat Valenciana; un desprestigiado compañero de viaje, que se ha hecho tristemente famoso en todo el mundo por su capacidad para permitir los mayores desmanes urbanísticos.
 
La negativa de La Española a negociar ubicaciones alternativas, rechazando la figura de la permuta de terrenos que sí se ha aplicado en el caso de otras industrias, junto a la progresiva aparición de nuevos detalles del proyecto aprobado por el Consell han hecho crecer la sospecha de que no estamos ante un plan estrictamente industrial, sino ante una operación en la que también se incluyen importantes elementos de especulación inmobiliaria. Llegados a este punto, conviene recordar que, además de fábricas, la resolución de la Generalitat permite edificar en la zona chalés, edificios residenciales y hasta un complejo comercial; dejando el camino abierto al desarrollo de una gran área de expansión urbana realizada al margen de todo control del Ayuntamiento; que mientras nadie demuestre lo contrario, sigue siendo el legítimo representante de los vecinos de Alcoy.
 
La falta de puntos de confluencia en este debate nos ha llevado a una situación cargada de tintes dramáticos y de argumentos viscerales sin ninguna solidez. Las instituciones económicas que ahora salen en defensa de Alcoinnova quieren convertir este polémico proyecto en el último tren para la reindustrialización de la ciudad, exigiendo para esta iniciativa un incomprensible tratamiento vip, que la sitúe por encima del bien y del mal. En su amañado silogismo, se olvidan de una cuestión importante: si las empresas privadas tienen la obligación de ganar dinero, las administraciones públicas están obligadas por ley a defender los intereses de los ciudadanos.



Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada

De moment, no hi haurà moderació de comentaris en aquest blog, per la qual cosa apareixeran publicats de forma instantània. Apel·lem a la vostra responsabilitat perquè no siguen difamatoris, ni racistes, ni obscens o ofensius, ni que puguen vulnerar drets fonamentals i llibertats públiques o que atempten contra el dret al honor.